sábado, 18 de agosto de 2007

QUITO, un muñeco hecho de tuercas

Quito, un muñeco hecho de tuercas
(versión libre de Pinocho por Marisa García Menéndez)

Esta historia a diferencia de la mayoría todavía no ocurrió, pero puede ocurrir en cualquier momento. En tu barrio, en el mío o en el de él.
Sólo es necesario que se reúnan algunos personajes que siempre existen en todas las ciudades.
Escuchen cuales son los personajes y piensen si ustedes no los conocen. Un mecánico, autos, señores con autos descompuestos y una vecina que sabe todo lo que pasa en la casa de al lado.
Pensaron…
Cerca de su casa… ¿existen? Tu tío es mecánico, a no, tu primo… bueno no importa; escucha lo que puede suceder.
…..
Es una mañana soleada. Don Tomás se encuentra en su taller reparando un coche, si, don Tomás es mecánico y además inventor. Cuando no tiene coches que reparar, con las piezas que ya no sirven para los coches, inventa otros artefactos.
Algunos son muy útiles, pero otros… un verdadero desastre.
Victoria es vecina de Tomás y, sabe todo lo que el mecánico hace. También todo lo que inventa.
Tomas vive solo. Ahhhhhhhhhh, Victoria también.
Nuestro amigo mecánico invento un complicado aparato que sirve para sacar la basura. A nadie le gusta esa tarea. También invento una máquina que cuando se levanta le sirve café… y un montón de cosas que le ayudan ha hacer las cosas de la casa.
Pero Tomás esta triste… no tiene con quien compartir sus inventos.
Muchas veces, Victoria, le pide prestado alguno de los aparatos, charlan un ratito y… otra vez Tomás se queda solo.
Una noche, Tomás sueña con los planos de un aparato muy extraño, no sabe para que sirve, son muchos circuitos…
Cuando se despierta toma un lápiz y un papel y empieza a dibujar los planos que había soñado.
Hummmmmmm… estos parecen ojos, ¿Qué aparato tiene ojos?, deben ser luces –piensa.
Dibujar todos los planos le llevo todo el día. Estaba cansado, comió algo y se fue a dormir.
A la mañana siguiente tuvo que trabajar mucho en el taller cuando llego la noche, mientras cenaba, pensaba en los planos que había dibujado y las cosas que necesitaría.
Un engranaje chico, dos grandes, diez tornillos chicos, cinco grandes, cable, lamparitas, tuercas… bostezo muy fuerte y se quedo dormido.
Desde ese momento, todos los días, dedicaba dos o tres horas, a veces más, para fabricar ese aparato, que no sabia para que servía.
Ya habían pasado muchos días, cuando Tomás descubrió que ese aparato parecía un muñeco. Decidió bautizarlo “Quito” por que “muñequito” era muy largo.
Y pasaron los días, y Quito estaba cada vez más lindo y Tomás le decía hijito, que suerte que no estaré solito.
-Ya es tarde- pensó- mañana voy a encenderte –le dijo a Quito, como si éste pudiera oírlo.
Y saben con quien soñó… con un cuento que su abuelo le contaba cuando era chico y que ustedes seguro conocen… Pinocho… si ese del muñeco de madera que cobra vida.
Se levanto a la mañana y sin desayunar fue a encender a Quito.
Y saben lo que paso…
Salieron chispas de todos los colores, parecían fuegos artificiales. Noooooooo, no se rompió…
Entre las chispas aprecio una pequeña niñita, pero con ¡Alas!
Se imaginan quien era…
Si, el hada madrina, que prometió que si quito era bueno, se convertiría en un niño de verdad, y don Tomás nunca más estaría sólo.
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